Desidia es un término que procede de un vocablo latino que hace referencia a la negligencia o la inercia. La desidia, por lo tanto, está asociada a la falta de cuidado o aplicación y a la apatía.
Algunos ejemplos en los que aparece el concepto son: “Por la desidia de los gobernantes, se produjo un nuevo accidente en el antiguo puente que cruza el río Rolando”, “Lo que más me molesta en una persona es la desidia para resolver los asuntos que hay que atacar de inmediato”.
La desidia puede asociarse a la dejadez, la indolencia, el desgano, el desinterés, la holgazanería, la pasividad y la vagancia que un individuo manifieste frente a una determinada situación.
El concepto suele utilizarse en el ámbito de la salud mental para referirse a un cuadro patológico relacionado con la depresión. Las personas con desidia sufren de apatía frente a lo que les rodea y son imbuídas por un círculo vicioso en el que cuanto menos hacen, menos les apetece hacer. Este tipo de mecanismos suele bloquearlos completamente, al punto de que deseen dejar a un lado todas sus responsabilidades. En algunos casos, esta situación de tristeza y de desinterés constante puede afectar muchos planos de su vida, no solamente la parte emocional.
La desidia es una enfermedad que puede afectarnos a todos, a algunos de forma más grave que a otros; en los últimos años los problemas vinculados con la crisis económica y el ritmo de vida acelerado, incluyen esta desmotivación por la vida y por todo lo que antes nos causaba energía y alegría.
Es normal que en algún momento de nuestra vida sintamos que no tenemos ganas de seguir con algo, pero si esto se repite constantemente y se disemina hasta alcanzar todos los aspectos de nuestra vida (laboral, técnica, emocional) es importante que le demos la importancia que se merece y busquemos alternativas que nos ayuden a salir de semejante cuadro.
Al igual que ocurre con la depresión, la desidia es una enfermedad que debe ser diagnosticada por un especialista; esto significa que no todas las personas que se sienten desganadas la padecen. No obstante, todos aquéllos que sufren de desinterés constante con la vida y con todo lo que les rodea indudablemente padecen algún tipo de trastorno emocional que los lleva a sentir esas emociones. Por lo tanto, es recomendable que estas personas recurran a un especialista que pueda ayudarlos a detectar a qué responde ese malestar y ayudarlos a encontrar la ventana para aflorar y recuperar el gusto por la vida.
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En los últimos meses me he ido sintiendo así y realmente ya no tengo ganas de nada. Esto me ha provocado alejar a todos aquellos por los que alguna vez he sentido algún tipo de afecto y quedar reducido a la mínima expresión de lo que soy. Acabo de abandonar todas las redes sociales (incluyendo Whatsapp) para poder estar tranquilo y no cabrear a nadie más. Seguramente estaré solo escribiendo aquí o en alguno de los otros blogs que tengo, pero lo dudo. Solo quería algo de ayuda, pero soy consciente de que no llegará.
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