jueves, 6 de agosto de 2015

Infierno onírico

Cierra los ojos y vé lo que yo veo. Olvida quien eres y siente lo que yo siento.

El Primer Miedo del hombre fue la oscuridad, la oscuridad lo es todo y al mismo tiempo no es nada ya que nos es imposible saber que se oculta tras sus tupidos velos negros... tal vez como una referencia a nuestro futuro o a la ausencia del mismo. No sabría explicarlo y esa es una de las cosas más terroríficas: lo que desconocemos y puede ser cualquier cosa. Solo hay algo que lo supera y es la verdad que conocemos y nos vemos incapaces de cambiar...

Disfruto de la oscuridad pues dentro de lo malo es lo más bueno, pues es donde El Miedo me analiza y va apuntando todo aquello que pienso que se puede esconder en la más profunda tiniebla para usarlo y hacerme daño... La oscuridad es la sala de espera de mi infierno onírico donde El Único Miedo es aquel que yo mismo genero con mi ansiedad.

Poco a poco, con el vaiven de la oscuridad esta tiende a condensarse en figuras tan negras y henchidas de tinieblas y terror. Estos seres son tan densos que absorven la mismísima oscuridad que las rodea volviéndolas horriblemente visibles allí donde esperabas no ver nada. En ese momento es cuando las paredes del aberno se han cerrado a mi paso y soy consciente que aquí es donde debo convivir, sufriendo cada día de mi vida con las torturas de figuras retorcidas que han sido generadas por mi mente perdida. Una lucha interna sin tregua ni cuartel, una batalla que sé que voy a perder.

Me arrebatan mi piel y mi carne, volviendo un sufrimiento cada roce. El fuego recorre mis nervios y me ciega obligándome a simplemente sentir un dolor que deja como único consuelo el saber que no es verdad... del todo.

Soy arrastrado por este Miedo a cada uno de los 7 vértices de la oscuridad siendo incapaz de oponer resistencia ya que ahora yo no soy yo sino un títere de mí mismo, desprovisto de cables. En cada vortice la realidad es consumida por el Miedo mostrando en ella aquello que más temo de una manera tan auténtica que no puedo evitarlo. Lloro. Derramo lágrimas por mi futuro, mi presente y mi pasado... Al soltar cada lágrima lucho con lo único que me queda contra mis temores, diablos monstruos y pecados. No soy capaz de combatir de otra manera a la corrupción que trata de destruirme, alejado de todo, ¿qué otra opción me queda? No logro entender la situación, por que cuando el Miedo ataca no hay ninguna salvación.

Más allá soy incapaz de seguir explicando, solo pudiendo aguantar el cansancio con el que despierto y el dolor que aun siento en mis carnes. Por que El Miedo siempre gana.

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