Érase un crimen
Érase un lugar llamado "El País de la Sonrisa".
Para sorpresa de nadie, en el País de la Sonrisa todos sonríen. Desde la más grande de las ciudades hasta el más pequeñito de los pueblos, no hay lugar sin una carita sonriente. Desde el gran rey en su corte, con sus rollizos labios enmarcados entre sendos y ternescos mofletes; hasta el último y más olvidado mendigo, de dientes podridos y decrépitas mejillas, todos sonríen.
Y es que la sonrisa es el bien más preciado del País de la Sonrisa. Somos testigos de ello al oír expresiones únicas del lugar como "no permitas que nadie te quite la sonrisa" o "morir con una sonrisa en los labios".
[ . . . ]
Hace un tiempo los medios nacionales recogían la noticia de un crimen en la capital, donde a través de la cámara de seguridad de un banco se podía ver como un atracador de ufana sonrisa apuntaba con su arma a 7 rehenes que tirados en el suelo y con las manos en la cabeza seguían sonriendo.
El encargado sonriente le dijo algo al atracador, algo que no debió ser lo que este quería oír. El criminal apretó el gatillo con una sonrisa, volándole los sesos al encargado. No es hasta que el cuerpo del pobre diablo golpea contra el suelo, que todos en el país fueron testigos de que lo único que había quedado de su cabeza era su sonrisa.
El atracador sonríe mientras agarra la bolsa con el dinero y se marcha, los testigos poco a poco se recomponen y con una sonrisa abandonan el lugar, el cadáver cada vez más frío y pálido permanece en el piso aun sonriente, decenas si no cientos de miles de espectadores que veían las imágenes en sus casas a través de sus televisores siguen con sus vidas. Sonriendo. Todos sonriendo.
[ . . . ]
Hoy se lleva al culpable a juicio. La prensa con sus cámaras recoge el evento. El asesino camina hasta el tribunal, obviamente con una gran sonrisa. Los cámaras y reporteros le sonríen de vuelta. Entonces llega la mujer de la víctima y se hace el silencio... No sonríe. Los ojos rojos por el llanto, con bolsas bajo estos por las noches sin dormir. Nadie dice nada. Nadie sabe como procesar lo que ocurre.
La familia de la mujer, detrás de ella, sonrientes a pesar de lo sucedido le dicen cosas como "sonríe para la cámara, tus hijos te ven desde casa" o "él no querría verte así, él querría que sonrieras en estos momentos". Con esfuerzo, los músculos en el rostro de la viuda se tensan, forzando la sonrisa. Sus labios tiemblan del esfuerzo, un tic aparece en sus ojos inyectados en sangre. Y solo con ese sencillo acto, el mundo entero vuelve a respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario